Habla con un experto en contratación pública

¿Se puede acreditar solvencia con contratos en ejecución?

Solvencia

Vale, vamos a exprimir un poco más el tema, porque esto de las licitaciones públicas y la solvencia económica es como meterse en la jungla: nunca sabes con qué te vas a topar, y cada concurso tiene sus propias reglas del juego.

Primero, lo básico: a la administración no le interesa arriesgarse a que una empresa sin fondo la deje colgada a mitad de un proyecto. No es que sean paranoicos, es que han visto de todo, desde empresas que desaparecen como Houdini hasta otras que prometen el oro y el moro y luego ni la mitad. Por eso, exigen pruebas sólidas de solvencia económica y financiera. Aquí es donde entran los contratos en ejecución, pero ojo, que no son la panacea.

Los contratos en ejecución, o sea, los que tienes abiertos y funcionando, sirven para demostrar que no solo tienes experiencia, sino que estás activo en el sector y no eres una empresa de cartón piedra. Puedes decir: “Mira, estoy trabajando con X empresa desde hace dos años, y seguimos en marcha.” Eso le da confianza a quien evalúa, porque demuestra que eres capaz de mantener relaciones comerciales vivas, no solo de cerrar un trato y desaparecer. Y si el cliente de ese contrato es medio conocido o tiene cierto prestigio, mejor todavía. Eso siempre suma puntos.

Peeeero, y aquí viene el “pero” gigante, la solvencia económica va más allá. No basta con enseñar que tienes contratos vivos; también quieren ver tus números, tus balances, tus cuentas anuales auditadas (sí, esas que duermen en el cajón hasta que alguien las pide). Algunos organismos son tan quisquillosos que revisan hasta tus ratios de liquidez, tu nivel de endeudamiento, y hasta si tienes embargos o rollos legales pendientes. Así que, si tu contabilidad es un caos, ponte las pilas antes de meterte en estos líos.

Luego está el tema de la carga de trabajo. Imagina que tienes un contrato grande en marcha y vas a por otro igual de gordo. Los que deciden piensan: “¿Esta empresa podrá con todo o va a explotar?” Por eso, no basta con mostrar que tienes proyectos en ejecución; tienes que convencerles de que puedes sumar uno más sin que se te caiga la casa encima. Aquí entran temas como la plantilla suficiente, maquinaria disponible, estructura organizativa… Si eres tú y tu primo con una furgoneta, igual no cuela para un contrato de millones.

Y, por si fuera poco, cada país y cada administración pública tiene su propio manual de excentricidades. En algunos sitios los contratos en ejecución cuentan como oro puro; en otros apenas les hacen caso, y lo que pesa es el músculo financiero en papel. Hay quienes incluso piden garantías bancarias, avales o documentación de bancos diciendo que eres solvente (que, seamos sinceros, a veces es más difícil de conseguir que el Santo Grial).

Ah, y no te fíes, porque lo de la documentación nunca termina. Aprendes a hacer malabares con papeles: certificados, informes, escrituras, y a veces hasta fotos del equipo trabajando, como si fuera un álbum de familia.

En fin, que los contratos en ejecución pueden abrirte puertas, pero no te relajes: tienes que demostrar solvencia por todos los flancos. No es solo cuestión de tener contratos vivos, sino de mostrar que tu empresa es sólida, organizada y capaz de asumir más carga sin hundirse. Y, por supuesto, prepárate para que te pidan hasta la declaración de la renta de tu tatarabuelo si hace falta. Así es el mundillo de las licitaciones: un reto para valientes y para los que no le tienen miedo al papeleo.

Marta Jiménez

Marta Jiménez

Experta en contratación pública • Transformación digital de licitaciones • Formadora y autora en Tendios

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