¿Se puede acreditar la solvencia a través de empresas del grupo?
Claro, te lo explico sin tanta vuelta burocrática. Mira, sí, una empresa puede usar la “musculatura” financiera o técnica de otras empresas de su mismo grupo para plantarse en una licitación pública. Eso sí, no es tan simple como decir “hey, somos primos” y ya; el cómo se hace y los papeleos dependen del país y de la administración que saque la licitación. Cada cual con su rollo.
En España, por ejemplo, el rollo está en la Ley 9/2017 (sí, otra ley más, lo sé), que en su artículo 75.4 dice que puedes aprovechar las capacidades económicas, técnicas o profesionales de otras empresas, ya sean hermanas, primas, o del grupo. Pero—y aquí viene la trampa—tienes que demostrar que vas a tener realmente esos medios para cumplir el contrato. O sea, no vale con postureo.
Eso de usar la solvencia del grupo no te libra de cumplir el resto de requisitos que te pidan en la licitación. Nada de atajos. Además, tienes que meter en la oferta un compromiso firmado, bien clarito, de la otra empresa del grupo, donde diga que pone sus recursos a tu disposición para lo que dure el contrato. Y ojo: ese compromiso tiene que ser serio, sin condiciones raras, y que se mantenga hasta que se acabe el curro.
No te extrañe si la administración te pide más pruebas de que el grupo realmente tiene lo que hace falta. Pueden pedirte balances, contratos previos, certificados de calidad… lo que se les ocurra, básicamente.
Un consejo de amigo: si vas a tirar de solvencia ajena, asegúrate de que todos los papeles estén en regla y no falte ni una coma. Más vale pasarse de precavido que quedarse corto y comerse un marrón después. Y tampoco te olvides: aunque uses la solvencia del grupo, la cara visible y responsable sigues siendo tú y tu empresa. Si la cosa sale rana, te comes el marrón tú.
Resumiendo: sí, puedes apoyarte en las empresas del grupo para entrar a una licitación, y a veces es la única manera de competir contra los grandes. Pero antes de lanzarte, entérate bien de los requisitos, y si tienes dudas, mejor consulta con alguien que sepa de contratos públicos o, si ves que la cosa se complica, píllate un abogado que controle del tema. Más vale prevenir que lamentar, ¿no?