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¿Qué ocurre si la solvencia económica se acredita con cuentas no depositadas aún en el Registro Mercantil?

Solvencia

Venga, vamos a darle una vuelta más y explayarnos un poco, que el tema da para rato.

Mira, el asunto de la solvencia económica y financiera… no es solo una formalidad ni un capricho administrativo. Es, en realidad, el filtro que separa a las empresas que pueden cumplir de verdad de las que van de farol. Imagina que el Estado te contrata para montar un puente, y a mitad de obra resulta que tu empresa está tiesa y no puede pagar ni el cemento. Pues eso es lo que quieren evitar. Por eso insisten tantísimo en ver tus cuentas anuales y asegurarse de que están depositadas en el Registro Mercantil. No es solo por cotilleo, es garantía.

Ahora, ¿qué pasa si tus cuentas no están depositadas? Pues aquí empiezan los dolores de cabeza. La mayoría de países, y España no es la excepción, lo tienen claro: si no has hecho el trámite y tus cuentas no están bien archivadas donde toca, ni te molestes en presentarte como solvente. Es como intentar colarte en una boda sin invitación, pero peor, porque aquí te pueden crujir con sanciones o, directamente, dejarte fuera del juego antes de empezar.

Y ojo, que no es solo un papelito para quedar bien. El Registro Mercantil cumple una función de transparencia brutal. Cualquier empresa, administración o hasta la competencia puede ir y mirarse tus cuentas. Así que si tienes algo raro, te pueden pillar fácil. Aquí no vale eso de “ya lo haré mañana”, porque el plazo para depositar las cuentas es sagrado. Si te lo saltas, te expones a multas, bloqueos y a que la administración te mire mal de por vida.

Un matiz que mucha gente no pilla: depositar las cuentas no es solo rellenar un formulario y ya. Tienes que tenerlas aprobadas por tus socios, auditadas si toca, y subirlas a tiempo. Si no, el Registro ni te las acepta, y entonces sí que la has liado.

Luego está el tema de la competencia. Si tú eres el que va justo de papeles y otro presenta todo perfecto, ¿adivina a quién van a elegir? Y no es solo eso: si hay empate en la puntuación técnica o económica, muchas veces miran la parte administrativa para desempatar. Así que, si no llevas los deberes hechos, ni te molestes.

Y, para rematar, las consecuencias legales. No depositar cuentas puede acabar en multas, imposibilidad de registrar actos societarios, y hasta ser causa de disolución de la empresa en casos extremos. Así que no es solo un riesgo para la licitación, es que te puedes meter en un lío gordo con Hacienda y con el Registro.

Así que, en serio, si tienes pensado participar en una licitación pública, primero asegúrate de que tus cuentas están en regla, depositadas y todo bonito. Y si tienes dudas, búscate un asesor legal que sepa de contratos públicos y registros mercantiles. Hay muchos matices y, como te saltes uno, te puedes quedar fuera por un tecnicismo absurdo.

En resumen: esto no es ninguna tontería. O tienes las cuentas depositadas o te quedas mirando desde la barrera. Y no, no vale el “ya lo arreglaremos después”. Aquí el que no corre, vuela… y el que no cumple, ni arranca.

Las oportunidades no ocurren, tú las creas.

Estás a solo un clic.

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