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¿Qué es el precio unitario global?

Bajas Temerarias

Vale, hablemos del famoso “precio unitario global”. Suena a palabrota técnica, pero en realidad es más simple de lo que parece. Básicamente, es el número mágico que se pone sobre la mesa cuando una empresa y el gobierno (o cualquier entidad pública) se sientan a negociar un proyecto. ¿Sabes? No importa si el proyecto tiene mil piezas distintas, tornillos, cables o servicios extras. Todo se mete en la licuadora y de ahí sale un solo precio. Y ya está: ese es el precio unitario global.

En las licitaciones públicas esto se ve un montón, sobre todo cuando se trata de contratos grandes —piensa en construir una carretera, un hospital o algo por el estilo. Ahí, el gobierno quiere evitarse dolores de cabeza con facturas infinitas y prefiere que le digas “te hago todo este chiringuito por tanto”, sin andar detallando cada tornillo y cada saco de cemento. Claro, la empresa que se mete en esto tiene que estar bien avispada, porque el precio es por el paquete completo, no por partes.

Ojo, porque aquí viene la trampa: a veces el precio unitario global es fijo y otras veces puede cambiar dependiendo de cómo evolucionen los costos reales. Si es fijo, pues te la juegas: pase lo que pase, ese es el precio y apáñatelas. Si es variable, bueno, quizá hay margen para ajustar si la cosa se sale de madre (por ejemplo, si suben los precios de los materiales de golpe).

No te olvides de la parte legal, que nunca falta. Cada país tiene sus reglas y, la verdad, en algunos sitios son bastante estrictos con la transparencia y la rendición de cuentas. No basta con poner un precio y ya, muchas veces te van a pedir que muestres los números, los contratos, los proveedores, todo. O sea, aquí nada de esconder la basura debajo de la alfombra.

Un tip de oro, por si andas metido en este mundillo: antes de tirarte a la piscina y mandar tu oferta, lee el contrato con lupa. No te fíes de los resúmenes ni de los “esto siempre se hace así”. Fíjate bien cómo se calcula ese dichoso precio global y qué cosas pueden hacer que el número cambie. Porque si no, el riesgo es tuyo; si los costos se disparan y tú firmaste un precio fijo, mala suerte.

En fin, el precio unitario global es el pan de cada día en las licitaciones públicas. Entenderlo bien puede ahorrarte un montón de disgustos (y de dinero). No es ningún misterio, pero tampoco es para tomárselo a la ligera.

Las oportunidades no ocurren, tú las creas.

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