¿Qué es una cláusula de revisión de precios?
Mira, la famosa cláusula de revisión de precios, ese as bajo la manga en los contratos públicos largos. Básicamente, es ese parrafito mágico que te deja ajustar el precio acordado si el mercado se pone loco, la inflación se dispara, o pasa cualquier cosa rara en la economía. No es solo para que uno de los dos –la empresa o la administración pública– no acabe llorando en la esquina cuando los números dejan de cuadrar. Sirve justo para eso: mantener el contrato a flote y que nadie salga perdiendo, ni el que paga ni el que cobra.
Y ojo, esto no es una invención moderna ni algo que se vea igual en todos lados. En España, por ejemplo, el asunto está bien atado en el Real Decreto Legislativo 3/2011 y no se puede andar aplicando así porque sí. Hay reglas, hay límites y, por supuesto, mucha letra pequeña. Tampoco creas que todos los contratos llevan esta cláusula metida. Normalmente la reservan para contratos largos o para proyectos que, por su rollo, pueden sufrir cambios bruscos en los costes. Si no lo pone clarito en los pliegos y no está la fórmula de revisión bien explicada, olvídate.
Las empresas que quieren meterse en estos fregaos de licitaciones públicas deberían saber de memoria cómo funciona este asunto. No es cuestión de lanzarse a ciegas; si no lo entiendes bien, igual acabas trabajando por amor al arte. Mi consejo: habla con alguien que sepa, un abogado o algún experto en contratos públicos, porque aquí no hay margen para errores tontos.
En resumen, la cláusula de revisión de precios es esa red de seguridad que puede salvarte el pellejo en un contrato público. Usada bien, te mantiene a flote; ignorarla, bueno, puedes acabar contando monedas para llegar a fin de mes.
