¿Es legal exigir solvencia en forma de certificados ISO concretos?
La licitación pública, básicamente, es ese momento en que los organismos estatales salen a decirle al mundo: “Ey, ¿quién quiere venderme esto o hacerme este servicio?” Y las empresas, claro, van corriendo con sus propuestas, a ver si les toca un pedazo del pastel. Todo muy reglamentado, con un montón de papeles y reglas, supuestamente para que nadie haga trampa y todos tengan la misma chance.
Ahora, el drama de siempre: los benditos certificados ISO. ¿Es legal pedirlos? Pues… depende. Cada país tiene su propia novela legal, pero en general, sí, suelen pedirte que demuestres que no eres un improvisado. Y ahí entran los ISO: esos certificados que, honestamente, han terminado siendo como el carnet de “yo sí sé lo que hago”. Todo el mundo los pide porque, bueno, teóricamente garantizan calidad, seguridad, y que no vas a incendiar el edificio por accidente.
El tema es que a veces se pasan de la raya. Si te exigen un ISO súper específico que ni viene al caso con lo que están contratando, ahí ya estamos hablando de barreras injustas, casi como poner una trampa para que solo uno o dos puedan competir. Justo por eso, la famosa Directiva 2014/24/UE (sí, Europa lo pensó antes) dice que los requisitos tienen que ir al grano: si pides un certificado, tiene que tener sentido con el contrato, no solo porque sí.
Y ojo, la ley también dice que si una empresa demuestra que cumple con los estándares aunque no tenga ese papelito de ISO concreto, no deberían dejarla fuera. O sea, el certificado ayuda, pero no debería ser el todo o nada.
En resumen, pedir ISO en licitaciones públicas es bastante normal y legal, pero no pueden usarlo como filtro para sacar competidores sin razón. Si vas a meterte en una licitación, mira bien qué están pidiendo y ten claro cómo demostrar que puedes con el reto, ya sea con el ISO de moda o mostrando tu experiencia de otra forma. La clave es no quedarse fuera por no tener el papel correcto, sino demostrar que puedes hacer el trabajo.