¿Qué ocurre si todas las ofertas son bajas?

A ver, en el mundo de las licitaciones públicas, a veces pasa que todas las ofertas llegan y… son sorprendentemente bajas. Como si los participantes estuvieran en una competencia a ver quién puede sobrevivir con menos, ¿no? Y claro, lo hacen para ganar el contrato, aunque eso signifique ofertar casi por debajo de lo que realmente cuesta el asunto. Puede sonar genial para la entidad pública—¡qué ganga!—pero, la verdad, eso suele traer un montón de dolores de cabeza: obras de mala calidad, contratistas que no llegan ni a mitad de camino… un festival del desastre.

Entonces, ¿qué hace la entidad pública con este desmadre? Pues la historia más lógica, y que la ley permite, es rechazar todas esas ofertas por ser demasiado bajas. Y sí, la Ley de Contratación Pública está de su lado aquí. Si ven que todo el mundo anda ofertando montos ridículamente por debajo del presupuesto, pueden tirar todo para atrás y evitarse el riesgo de terminar con un contratista que ni de broma va a cumplir.

Ahora, si deciden tirar para adelante igual—porque a veces pasa, cosas de la burocracia—tienen que agarrarse bien los pantalones y ponerle ojo al contrato. Más controles de calidad, pedir garantías extra, y, por si acaso, meter cláusulas que les permitan salir corriendo si el contratista no cumple. O sea, ir preparados para lo peor, básicamente.

Y ojo, todo esto también va para las empresas que ofertan. Sí, presentar una oferta baja puede sonar como el camino fácil para ganar, pero si no pueden cumplir o terminan trabajando a pérdida, ¿de qué les sirve? Hay que ser vivos y calcular bien, asegurarse de que lo que ofrecen les permite hacer el trabajo y, de paso, ganar algo. No se trata solo de ganar por ganar.

En fin, cuando todas las ofertas en una licitación son demasiado bajas, la entidad tiene dos cartas: rechazar todo y volver a empezar, o aceptar y estar súper atentos para que no se les venga la noche. Y las empresas, por más tentador que parezca, tienen que cuidar no pegarse un tiro en el pie por ir demasiado bajo. Así de simple.