¿Qué tipo de penalizaciones puede imponer la administración?
Vamos a decirlo sin tanta vuelta: las penalizaciones en licitaciones públicas son el palo que la administración tiene a mano para que las empresas no se pasen de listas. Están ahí para que nadie se olvide de cumplir lo que firmó y, de paso, proteger el dinerito de todos. Hay sanciones para casi cualquier metida de pata, ya sea saltarse una cláusula del contrato o intentar pasarse de listo en el propio proceso de licitación.
No todas las penalizaciones son iguales, claro. Cambian según el tipo de contrato y la gravedad de la “cagada”. La Ley de Contratos del Sector Público en España (Ley 9/2017, para los muy fans del BOE) lo deja bastante claro: pueden caer multas, te pueden vetar para contratar con la administración, o directamente te pueden mandar a casa rescindiendo el contrato.
Las multas, para empezar, son el pan de cada día. Si no cumples, pues a pagar. El monto depende de lo grave que haya sido la infracción—puede que te caiga una cantidad ridícula o un buen sablazo, incluso un porcentaje del contrato. Y ojo, a veces te ponen multas diarias hasta que arregles el desaguisado. Castigo creativo, ¿eh?
Luego está el clásico “no puedes jugar más en mi patio”: la suspensión para contratar con la administración. Puede durarte unos meses, o puedes quedarte fuera para siempre, según cómo de feo lo hayas hecho. Durante ese tiempo, ni sueñes con pillar otro contrato público.
Y si ya la cosa es de traca, la administración puede decidir cortar por lo sano y rescindir el contrato. Normalmente pasa cuando has hecho algo gordo o te has pasado de reincidente. Obviamente, aquí no solo pierdes el contrato, sino que ganas puntos para que no te quieran ver en futuras licitaciones. Un win-win… para la administración.
Eso sí, antes de ponerte la cruz, la administración tiene que seguir un proceso legal. No pueden sancionarte como si esto fuera el Salvame. Te tienen que avisar, dejarte explicar tu versión, y a veces puedes hasta apelar. No todo es tan a lo loco.
¿Quieres evitarte estos marrones? Fácil (bueno, fácil entre comillas): cumple con tus obligaciones, mantente al día con las normas de licitación, y si puedes, ficha a alguien que sepa del tema para que no metas la pata sin querer. Un buen sistema de gestión de riesgos tampoco viene mal, que nunca se sabe. Al final, la mejor manera de evitar penalizaciones es portarte bien, aunque suene aburrido.