¿Qué significa empatar en la puntuación total de la licitación?
Cuando dos o más empresas sacan exactamente la misma puntuación en una licitación pública, básicamente estamos ante una especie de “photo finish” empresarial. No pasa todos los días, pero vaya que puede ocurrir, sobre todo si las ofertas técnicas y económicas de los competidores son casi calcadas. Y claro, esto les pone un buen lío a los que tienen que decidir quién se lleva el contrato.
En el mundo de las licitaciones públicas, se supone que todo debe ser súper transparente y justo. Pero cuando hay empate… bueno, las reglas pueden cambiar según el país o incluso la región. Cada sitio tiene su propio librito de cómo resolver estos empates.
Por ejemplo, en España, el famoso Real Decreto Legislativo 3/2011 (sí, ese tocho legal que todo el mundo adora leer en sus ratos libres) dice en el artículo 150 que, si hay empate, se tira para el lado de la oferta con mejor puntuación en calidad. O sea, no todo es precio; la calidad puede darte ese empujoncito ganador.
Y ojo, porque casi siempre los pliegos de condiciones ya traen previstos ciertos mecanismos para romper empates. Pueden pedir que se revisen algunos criterios, sumarle algún punto extra según otras condiciones, o, si la cosa sigue igualada, hasta hacer una segunda ronda para que las empresas afinen más sus ofertas.
Si eres una empresa y te lanzas a licitar, más te vale tener claro cómo se resuelven los empates donde te presentas. Esas reglas pueden marcar la diferencia entre ganar o quedarte con las ganas. Así que, antes de enviar tu propuesta, revisa bien el pliego y pregunta si algo no te cuadra.
No subestimes el valor de hablar con el órgano de contratación. Si no tienes claro cómo piensan resolver un empate, pregunta. Mejor eso que llevarte una sorpresa desagradable.
En fin, empatar en una licitación significa que dos o más ofertas se quedan igualadas en puntos. ¿Quién gana? Pues depende del país, de las reglas del concurso y de lo que diga el pliego. Si vas en serio, aprende bien los criterios de desempate y mantén los canales abiertos con quien organiza el cotarro. No es magia, es estrategia (y un poquito de suerte, tampoco nos engañemos).