¿Qué margen tiene la mesa de contratación para interpretar los criterios?
La mesa de contratación es como el árbitro incómodo de la licitación pública: está ahí para revisar las ofertas y decidir quién se lleva el contrato, pero tampoco puede hacer lo que le dé la gana. Sí, tiene que interpretar los criterios que vienen en los pliegos, pero ojo, su margen para inventar es mínimo porque todo el rollo está amarradísimo por los principios de igualdad, transparencia, y ese “no discriminación” que suena muy bonito pero a veces parece ciencia ficción.
La Ley de Contratos del Sector Público, en España al menos, no deja espacio para líos: los criterios tienen que ser claritos, sin trampa ni cartón, y lo bastante medibles como para que luego nadie ande llorando porque le hicieron el lío. La mesa de contratación no puede torcer esos criterios ni darles la vuelta para beneficiar a su primo, ni mucho menos. Si el pliego dice “experiencia”, no pueden venir a recortar y decir que solo vale experiencia en proyectos de submarinos si eso no estaba escrito desde el principio.
Cuando toca puntuar las ofertas, la mesa no puede sacar criterios de la manga ni reinterpretar a su antojo. Nada de ponerse creativos. Y si algún criterio está tan mal redactado que nadie lo entiende (cosa que pasa más de lo que debería), tienen que pedirle al órgano de contratación que aclare el asunto. Pero cuidado, esas aclaraciones no pueden, ni con vaselina, cambiar lo que ya estaba establecido en los papeles.
Toda la película de cómo han valorado las ofertas tiene que quedar por escrito en un informe público. Así, si algún licitador piensa que le han hecho “la cama”, puede protestar con fundamento y no solo con el típico pataleo.
En resumen, la mesa de contratación puede interpretar lo justo y necesario, nada de excesos. Su trabajo es aplicar los criterios como vienen, sin inventar, para que todos tengan las mismas oportunidades. Así que si vas a presentarte a una licitación, mejor léete bien los pliegos y no esperes milagros de la mesa. Confía en tu oferta, no en que te la vayan a reinterpretar a tu favor.