¿Qué es el contrato singular?
Bueno, el famoso “contrato singular” suena a algo misterioso, pero en realidad es bastante directo (aunque no tanto como uno quisiera). Básicamente, en el mundillo de las licitaciones y los contratos públicos, este tipo de contrato aparece cuando hay algo tan específico o raro que no encaja ni a la fuerza en un contrato típico. O sea, no puedes meterlo en la misma bolsa que los demás porque… simplemente no cabe.
Y ojo, no es sólo que haya un solo proveedor. Es más bien que el contrato trae bajo el brazo condiciones tan extrañas o particulares que ni de chiste podrías agruparlo con otro. ¿Ejemplo? Puede variar desde la duración, pagos raros, entregas en Marte (bueno, no tanto, pero casi), o cosas que sólo ese contrato pide. Es como el “traje a medida” de los contratos.
Esto se usa para de todo un poco: comprar cosas únicas, contratar servicios que nadie más ofrece, hasta traer expertos súper especializados para un tema muy concreto. Si eres empresa y andas queriendo meterte en licitaciones, entender esto es clave. Porque, si logras probar que tú y sólo tú puedes cumplir con esas necesidades tan específicas, igual y te llevas el premio gordo. Pero tampoco te emociones de más: la competencia suele ser feroz y a veces los riesgos son más altos, porque las condiciones, pues, no son las de siempre.
Ah, y no olvides que esto se rige por las leyes de cada país. O sea, lo que vale en México no necesariamente aplica en España o en Perú. Hay que checar la legislación local para no meter la pata.
En fin, el contrato singular es como ese unicornio legal en las compras públicas: raro, difícil de ver, pero si lo encuentras y lo entiendes, puedes sacarle mucho jugo. Si vas a lanzarte a competir por uno, mejor que sepas bien de qué va la cosa, porque te puede cambiar el juego.