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¿Qué es el contrato de suministro de mobiliario?

Ejecución Contratos

Vale, vamos al grano y con menos formalidad, que tanto tecnicismo aburre hasta a las piedras.

El contrato de suministro de mobiliario, básicamente, es el papelito legal que firman las entidades públicas cuando quieren pillarse muebles – ya sabes, sillas, mesas, escritorios, armarios y toda esa parafernalia – y lo hacen a través de una empresa privada. O sea, los ayuntamientos, universidades, hospitales… todos esos sitios que necesitan sillas decentes para que no se les caiga la gente al suelo.

Este contrato, por si te lo preguntas, es parte del rollo de los contratos de suministro en general. Lo dice la Ley 9/2017 (sí, esa que es un ladrillo y que todo el mundo finge haber leído), que viene a decir que estos contratos sirven para comprar o alquilar cosas – muebles, equipos, lo que sea – y no solo para comprarlos, también a veces para alquilarlos con o sin opción a quedártelos después. Un poco como el Netflix, pero de muebles.

¿Y cómo se decide quién se lleva el contrato? Pues normalmente, lo típico: una licitación pública. Publican un anuncio con todo el rollo de lo que quieren (cuántos muebles, cómo los quieren, para cuándo, etc.), las empresas presentan sus ofertas y luego la administración elige la más conveniente. Ojo, que no siempre gana el más barato, también miran la calidad, el servicio postventa, si los muebles son ecológicos, y todo eso. Así que, si tu oferta es cutre pero barata, igual ni te miran.

Si eres una empresa y quieres meterte en estos berenjenales, más te vale ir preparado. Tienes que controlar la Ley de Contratos del Sector Público y el Real Decreto ese que suena a novela de fantasía, pero que es más bien un tocho legal. Además, tienes que poder cumplir con lo que piden: entregar a tiempo, ajustarte a las especificaciones, dar garantías, servicios postventa y todas esas cosas que prometen las empresas en su web y luego a ver si cumplen.

En fin, estos contratos son un caramelito para las empresas que quieren meter la cabeza en el sector público. Pero ojo, que no es llegar y besar el santo: hay que currárselo, conocer bien las normas y tener todo en regla. Si lo haces bien, puede ser un chollo. Si no, pues a seguir vendiendo muebles en Wallapop.

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