¿Qué es el contrato administrativo especial?
Vale, hablemos claro: el contrato administrativo especial es, básicamente, el “cajón de sastre” de la contratación pública en España. No es el típico contrato de obras, ni de suministros, ni de servicios comunes… esto va de cosas raras, esas que no encajan en ninguna categoría de las de toda la vida. Y sí, está todo recogido en la Ley 9/2017, por si eres fan de leer leyes en tu tiempo libre (spoiler: no lo eres).
En su artículo 32, la ley dice algo así como: “Oye, si la Administración quiere firmar algo que no esté listado en las categorías normales, pues lo llamamos ‘especial’ y tiramos pa’lante.” Y ya. Nada como una etiqueta genérica para salir del paso.
¿Ejemplos? Venga, ahí van unos cuantos: contratos para explotar bienes públicos (tipo kioscos en parques, cosas así), gestión de servicios públicos rarunos, organizar espectáculos (sí, las fiestas del pueblo también cuentan), transporte de pasajeros, hacer estudios o investigaciones para la Administración y rollos de innovación tecnológica. Vamos, el buffet libre de los contratos.
Lo divertido de estos contratos es que son más flexibles que un chicle al sol. Las cláusulas pueden adaptarse a lo que haga falta, según el caso. Eso sí, tampoco todo vale: hay que seguir las reglas básicas del juego público como la transparencia, igualdad, libre competencia y esas cosas bonitas que quedan genial en los folletos de la administración.
Para las empresas que se quieren meter en esta jungla, ojo, que aquí hay más margen para negociar pero también más marrones y riesgos. No es para ir a lo loco. Lo suyo es tener a mano a alguien que sepa de contratación pública—un abogado, un asesor, tu cuñado el que estudió derecho… bueno, igual mejor un pro de verdad.
Y, nada, que si de verdad quieres competir por estos contratos, tienes que estar al día con los cambios legales y no dormirse en los laureles. La ley cambia más que la cartelera de Netflix.
Total, que los contratos administrativos especiales son el plan B (o C, o D) de la Administración para casos que se salen de lo normal. Hay flexibilidad, sí, pero también hay que ponerse las pilas y no perder detalle. Y, por favor, que nadie diga que no avisé.