¿Cómo evitar puntuaciones arbitrarias en criterios subjetivos?
La licitación pública, vaya tema complicado pero crucial. En teoría, debería ser el camino más limpio para que el Estado contrate servicios o compre cosas, pero la realidad es otra historia. Transparencia, justicia, objetividad… suenan bien, ¿no? Pero si te pones a ver, el gran problema es que a veces los criterios de evaluación están escritos como si fueran adivinanzas, dejando la puerta abierta a puntuaciones que parecen sacadas de un sombrero de mago.
Primero que nada, hay que dejar de lado esos criterios ambiguos. Si vas a poner requisitos, ponlos claritos, casi con peras y manzanas. Nada de “el proveedor debe ser adecuado” —¿adecuado según quién? Mejor especificar: “el proveedor debe tener mínimo tres años de experiencia en proyectos similares”. Así nadie se hace el vivo interpretando a su antojo.
Otra cosa que ayuda un montón: las famosas tablas y plantillas de puntuación. Ya sé, suena aburrido, pero créeme, le bajan las revoluciones a la creatividad de los evaluadores. Si tienes una escala definida, tipo del 1 al 5, con ejemplos de qué significa cada puntaje, hay menos chance de que alguien se saque un diez solo porque le cayó bien al jurado.
Y aquí no se salva nadie sin capacitación. Poner a cualquiera a evaluar es receta para el desastre. Hay que entrenar a la gente, explicarles bien el sistema y, sobre todo, dejar claro que esto no es Eurovisión donde puedes votar por tu vecino solo porque sí.
La transparencia debería ser sagrada. Si una empresa queda fuera o recibe una nota baja, mínimo que le expliquen por qué. Y si no están de acuerdo, pues que tengan chance de reclamar. Nada de “se decide en base a criterios internos” y a llorar a la llorería. Entre más abierto sea el proceso, menos espacio hay para triquiñuelas.
Y, si quieres ya ir a prueba de todo, mete a un tercero independiente a revisar. Un auditor externo, alguien que no tenga velas en el entierro, que eche un ojo y diga si todo está en orden o si huele raro.
En fin, evitar esas puntuaciones raras es más que un deseo: es cuestión de poner reglas claras, usar herramientas que no den pie a la creatividad excesiva, capacitar bien a los evaluadores, ser transparentes hasta la médula y tener a alguien vigilando el proceso desde afuera. Suena mucho, pero es la única forma de que la licitación sea realmente justa. Y sí, todavía falta camino, pero con estos pasos al menos no te agarran fuera de base.