¿Cómo construir una propuesta de valor competitiva?
Armar una propuesta de valor ganadora para una licitación pública… suena a trabalenguas, pero en realidad es más como un arte que un trámite. Básicamente, lo que necesitas es dejar clarísimo por qué tu empresa es la que parte el queso, mucho más allá del típico “somos los más baratos”. Eso ya no convence a nadie.
Primero, ponte las pilas y estudia bien qué demonios quiere la entidad pública. No solo el rollo técnico, ojo, también sus metas y rollos estratégicos, porque aquí no es solo cuestión de precio. Las instituciones buscan algo más: calidad, innovación, sostenibilidad, lo que se te ocurra. Si tu propuesta no pega justo ahí, ni pierdas el tiempo.
Segundo, olvídate de pasar desapercibido. Hay que diferenciarse, sí o sí. ¿Qué tienes tú que los otros no? ¿Tecnología que nadie más maneja? ¿Años de experiencia? ¿Eres el Messi del sector? Dilo, pero con datos, nada de humo. Pon ejemplos, casos reales, referencias. Eso de “lo juro por Snoopy” no aplica.
Tercero, tu propuesta tiene que sonar creíble, no a promesa de político en campaña. Demuestra que cumples: entregas a tiempo, sin pasarte del presupuesto, y con la calidad que prometes. Saca los certificados, los testimonios de clientes contentos, los casos de éxito. Todo suma.
Y ojo, que aquí no todo es fiesta. Hay leyes, y la Ley de Contratos del Sector Público no es broma. Tu propuesta debe ser objetiva, comprobable y sin rollos raros de discriminar a nadie. Nada de venderle humo al jurado, porque te pillan y quedas fuera.
Por último, no te vayas por las ramas con tecnicismos que nadie entiende. La gente que lee esto muchas veces no es técnica, así que habla claro, sin rodeos ni jerga innecesaria. Ve al grano y no marees.
En resumen: entiende bien el pedido, destaca lo que te hace único, prueba que puedes cumplir, respeta las reglas y comunícalo todo de forma simple y directa. Esa es la receta para ganar licitaciones públicas y que te tomen en serio a largo plazo. Si no lo haces así, pues… suerte para la próxima.
