¿Qué tipos de penalizaciones se aplican por retrasos?
Uf, los retrasos en contratos públicos… vaya pesadilla para cualquier empresa que se mete en el mundillo de las licitaciones. No es solo que quedes mal, es que te puede costar un ojo de la cara. Y no hablo solo de dinero, que sí, pero el daño al prestigio también duele.
Primero, las famosas “multas por demora”. Básicamente, si no entregas las cosas a tiempo, te hacen pagar por cada día de retraso. A veces es un porcentaje del contrato – imagina que te quitan hasta el 10% solo por irte de tiempo. Y ojo, eso no es igual en todos lados. Depende de la ciudad, de la ley local, de cómo esté redactado el contrato… un verdadero laberinto.
Ahora, si la empresa la lía y la culpa es suya, según la Ley de Contratos del Sector Público, las sanciones pueden ponerse serias. Multas que te dejan temblando, o incluso pueden echarte de futuras licitaciones, rollo “vete a buscar trabajo a otra parte por unos años”. Ni hablar de perder la garantía de ejecución, ese dinerito que tienes que poner de fianza para que el contrato se cumpla. Si fallas, adiós muy buenas a esa plata.
Y si la cosa se pone realmente fea, la administración puede cancelar el contrato. O sea, te botan y buscan a alguien más para terminar el trabajo, y tú igual tienes que cargar con los gastos extra que eso les suponga. Una joyita, vamos.
Por eso, si tienes pensado tirarte a la piscina de las licitaciones públicas, más te vale tener claro cómo funciona el tema de los retrasos. No es solo cuestión de buena voluntad, tienes que meterle cabeza: hacer un plan de trabajo sólido, tener suficiente gente y recursos, estar encima del proyecto y, sobre todo, hablar claro y seguido con quien te contrató. Nada de confiarse.
En fin, que las penalizaciones no son ninguna tontería: multas, perder la fianza, quedar vetado, e incluso que te quiten el contrato y te hagan pagar. Si no quieres acabar con un agujero en la cuenta bancaria y otro en la reputación, mejor planifica bien y no te duermas en los laureles.