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¿Qué peculiaridades tiene la contratación en sanidad?

Conceptos Básicos

Bueno, hablar de contratación en sanidad no es cualquier cosa, eh. Este mundillo tiene su propio “sabor”, bastante distinto al resto de contratos públicos. Primero, porque estamos lidiando con algo que toca la vida de todos: hospitales, medicinas, cosas que, si fallan, medio país se pone nervioso. Y encima, la pasta que se mueve aquí no es poca. En muchos sitios, la gestión la llevan organismos públicos—lo típico: ministerios, consejerías, y tal.

El abanico es enorme. No solo se trata de comprar jeringuillas o mascarillas, sino también de levantar hospitales, contratar ambulancias, o hasta modernizar el software de gestión de pacientes. Todo entra en el mismo saco.

Ahora, la parte técnica… madre mía. Si creías que sólo era pedir presupuestos y listo, vas listo. Los productos médicos vienen con miles de especificaciones, y no cualquiera sabe evaluarlas. A veces, ni los propios médicos se ponen de acuerdo. Por eso, no basta con pillar lo más barato; aquí hay que mirar si el producto es fiable, si encaja con lo que se necesita en cada hospital, si el proveedor puede entregar a tiempo, y un largo etcétera que te hace sudar.

Y ojo, esto está reguladísimo. A nivel nacional, europeo, y hasta mundial. Si vendes un aparato médico, prepárate para pasar por mil controles de seguridad y eficacia, y luego tener a alguien vigilando que no la líes después de vender. Las empresas tienen que demostrar que no son unos mindundis: solvencia técnica, financiera, certificados de calidad… todo el pack.

Otra cosa: muchas veces toca correr. La sanidad no espera, y si hay que reaccionar ante una epidemia o una avería gorda, los plazos normales se van al garete. Ahí entran los famosos procedimientos de emergencia, que básicamente son: “esto tiene que estar YA, no me vengas con burocracia”.

Y, al final, lo que se hace aquí tiene un impacto directo en la vida de la gente. Si la contratación sale mal, la atención se resiente. Así que hay que ser muy serio con la transparencia, la equidad, la eficiencia… y últimamente, también con temas sociales y medioambientales. Nada de comprar barato y contaminante solo por ahorrar unos euros.

En resumen, esto de la contratación sanitaria es un berenjenal que exige gente preparada y con mucha mano izquierda. Las empresas que se meten aquí, o saben bien dónde pisan, o acaban fuera en dos telediarios. No es cuestión solo de ofrecer productos o servicios, sino de demostrar que pueden estar a la altura de lo que la sanidad pública necesita. Y eso, créeme, no es poca cosa.

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