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¿Qué normativa europea aplica a las licitaciones españolas?

Conceptos Básicos

Uf, el tema de la normativa europea en las licitaciones públicas en España… No es precisamente una novela de misterio, pero vaya si tiene sus enredos. Básicamente, todo este lío de reglas existe para que no haya favoritismos ni chanchullos cuando el Estado contrata servicios o compra cosas. Palabras clave: igualdad de oportunidades y transparencia. O sea, que nadie pueda decir que le han hecho la cama o que todo está amañado (aunque ya sabemos que… ejem, en la práctica a veces).

El corazón de este asunto es la Directiva 2014/24/UE. Sí, otro de esos nombres que parecen contraseña de wifi. Ahí es donde la Unión Europea marca el paso y dice cómo se deben hacer las contrataciones públicas. España, por estar en el club, tiene que adaptar todo eso a su propia ley, así que no queda otra.

¿Y cómo funcionan estas licitaciones? Pues hay varias formas: abiertas, restringidas, con negociación, diálogo competitivo… Un auténtico menú degustación de procedimientos. La clave para ganar: presentar la oferta “económicamente más ventajosa”. Vamos, que no siempre gana el más barato, pero sí el que mejor relación calidad-precio saque.

Ojo, que no todas las compras públicas siguen la normativa europea a rajatabla. Hay unos límites de dinero (los famosos “umbrales”) y, si el contrato supera esa cifra, entonces sí o sí hay que seguir las reglas de Bruselas. Lo gracioso es que esos umbrales cambian según el tipo de contrato y la entidad que compra. Para volverse loco.

Hay más directivas: la 2014/23/UE, por ejemplo, que va de concesiones de obras y servicios (rollo autopistas, hospitales y esas cosas grandes). Y la 2014/25/UE, que se mete en los sectores del agua, luz, transporte y correos. Básicamente, los grandes “monstruos” públicos.

Todo esto, en el día a día español, se traduce en la Ley 9/2017. Si eres empresa y quieres pillar cacho en una licitación pública, te toca empaparte esa ley sí o sí. Y ojo, que las reglas cambian y se actualizan, así que si te quedas dormido te puedes comer un marrón.

Ahora, el lado bueno: pillar un contrato público puede ser la bomba para una empresa, sobre todo si eres pequeño y quieres crecer a lo grande. Pero claro, el papeleo y los requisitos pueden romperte la cabeza. Mucha gente acaba pidiendo ayuda a expertos o tirando de software especializado, porque si te lanzas así, a lo loco, es fácil meter la pata.

En resumen: meterse en el mundo de las licitaciones públicas es como apuntarse a una maratón con obstáculos. Si sabes las reglas y te mueves bien, puedes ganar mucho. Pero si vas sin mapa, te pierdes seguro.

Las oportunidades no ocurren, tú las creas.

Estás a solo un clic.

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