¿Qué es el principio de igualdad?
Mira, el rollo de la igualdad en las licitaciones públicas no es solo una formalidad bonita que ponen en los papeles, es el pilar, la base, el “si esto falla, todo se va al garete”. ¿Por qué? Pues porque si una empresa tiene más ventaja que otra desde el inicio, ¿de qué sirve competir? Es como poner a Messi jugando contra mi primo el cojo y esperar que haya emoción. O sea, todas las empresas tienen que tener las mismas oportunidades, sin trampa ni cartón.
Las reglas sobre este tema varían según dónde estés. En Europa lo tienen clarísimo en los tratados de la Unión Europea (los burocratas en Bruselas no se andan con tonterías), y en España también está bien escrito en la Ley de Contratos del Sector Público. Básicamente, nadie puede ir de listo y tirar de enchufe, ni los que sacan la licitación ni las empresas que compiten.
¿Y esto cómo se traduce al día a día? Pues, por ejemplo, los pliegos tienen que ser tan claros como el agua. Nada de ambigüedades “para amigos”, ni información secreta para los amigos de siempre. Si tienes una duda, la respuesta debería llegar a todos, no solo a los que tienen el WhatsApp del funcionario. Y el tiempo para presentar propuestas igual para todos, nada de “ay, que a ti te damos dos días más porque eres de mi pueblo”.
Ahora, no te creas que esto siempre funciona como debería. Hay empresas que se sienten discriminadas porque son pequeñas, o porque están en la otra punta del país, o simplemente porque sí. Y ahí empieza el drama: recursos, reclamaciones, juicios… se lía parda. Por eso las administraciones tienen que andarse con pies de plomo y ser un libro abierto, porque a la mínima, zasca, te cae una denuncia.
Si eres empresa y te quieres meter en este berenjenal de las licitaciones públicas, más te vale entender bien el principio de igualdad. Saber no solo lo que dice la ley, sino cómo se mueve la cosa en la práctica. Así puedes prepararte, detectar si te están colando un gol y, si hace falta, reclamar. Y ojo, que las reglas cambian cada dos por tres, así que hay que estar al loro.
En fin, que la igualdad en las licitaciones no es solo postureo; es lo que hace que el juego sea justo. Si lo pillas bien, tienes medio camino hecho para pillar algún contrato público. Y si no… pues te quedarás viendo cómo otros se llevan el pastel. Así va esto.
