¿Qué documentación puede requerirse en la fase de subsanación?
A ver, el rollo de la fase de subsanación en licitaciones públicas… Básicamente, es ese momento incómodo en el que la administración te dice: “Oye, que aquí falta algo en tus papeles” o, peor, “esto no cuadra”. Y entonces, los que están concursando pueden arreglar la metida de pata—bueno, siempre que no quieran cambiar medio mundo, claro.
Primero: te pueden pedir más documentos de esos aburridos. Ya sabes, los típicos de Hacienda, la Seguridad Social, papeles que digan que tienes pasta y no eres un desastre financiero, o cosas para demostrar que sabes de lo que hablas y que no eres un vendehumos.
Luego está el tema de la propuesta técnica. A veces, la entidad contratante quiere que expliques mejor cómo vas a hacer el trabajo. Igual te piden detalles más concretos, un plan de trabajo menos etéreo o datos del equipo que se va a partir el lomo en el proyecto.
No nos olvidemos de la parte económica. Si la cosa no está clara—números mal puestos, sumas que no cuadran o precios que parecen sacados de la lotería—también te lo van a señalar. Y ahí toca aclarar, corregir y cruzar los dedos.
Ahora, tampoco te flipes: la subsanación no es para rehacer tu oferta desde cero. No puedes, por ejemplo, cambiar el precio a lo loco o meter cosas nuevas que, si se hubieran presentado antes, habrían cambiado el juego. La Ley de Contratos del Sector Público es bastante tajante con eso.
En resumen: la subsanación es tu segunda oportunidad para no hacer el ridículo, pero no para reinventar la rueda. Si eres listo, preparas bien los papeles desde el principio y no tienes que andar tapando agujeros después. Y, por supuesto, hay que estar al loro con los avisos del órgano de contratación, que esto va todo con plazos y no perdonan despistes.