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¿Cómo se planifica una licitación desde el sector público?

Conceptos Básicos

Planificar una licitación pública… uff, eso sí que no es cualquier cosa. Las entidades públicas no pueden improvisar aquí, de verdad. Todo es súper meticuloso, regulado hasta decir basta, y si te saltas un paso, ya puedes prepararte para líos legales o para que te caigan encima los de control interno. Por si fuera poco, tienes que saberte las leyes y los reglamentos como si fueran tu serie favorita, porque fallar ahí es un billete directo al desastre.

¿Primer paso? Definir bien qué narices necesitas comprar o contratar. Nada de “a ver qué hay en el mercado”, hay que saber exactamente qué producto, servicio o trabajo se busca y plasmarlo todo en especificaciones técnicas. Si dejas algo vago o ambiguo, prepárate para reclamos, confusiones y dramas durante el proceso. Mejor ser claro desde el principio.

Luego viene la parte de hacer los deberes: investigar el mercado. Aquí toca ver quiénes son los proveedores, qué precios se están manejando, cómo se mueve el sector, si hay nuevas tendencias… Básicamente, es como stalkear a todo el mundo para poder poner precios y condiciones realistas. Con eso, ya puedes calcular el valor estimado del contrato y decidir cómo vas a escoger al ganador, para que nadie salga chillando que lo han timado.

Cuando ya tienes esa info, toca armar los papeles de la licitación. Prepárate, porque esto es un festival de documentos: el pliego de condiciones (que básicamente es el manual de instrucciones del contrato), los criterios para ver quién puede participar (no, no todo el mundo puede), y los criterios para decidir quién gana. Todo tiene que ser clarito y transparente para que no digan que hubo trampa o favoritismos.

Ya con los papeles listos, hay que publicar el anuncio. Y no vale con pegarlo en el tablón de la oficina, eh. Normalmente hay que subirlo a algún portal oficial de contratación pública (y si puedes, en más sitios, mejor), para que nadie diga que no se enteró. La idea es que cualquier empresa interesada pueda ver la oportunidad y decidir si se lanza o no.

Cuando el anuncio está afuera, empieza el show: responder dudas de las empresas, aclarar cualquier cosa que no esté clara en los papeles, y recibir ofertas. Todo esto sin dejar que las ofertas se filtren o se abran antes de tiempo, porque si no, adiós confidencialidad y adiós proceso justo.

Al final, cuando ya no se aceptan más ofertas, toca evaluarlas según los criterios que dejaste súper claros antes. Aquí hay que ser imparcial y documentarlo todo, porque si no, seguro que alguien se queja. El contrato va para el que ofrezca la mejor relación calidad-precio, pero ojo: no es sólo el precio. También cuenta la calidad, el servicio postventa, la sostenibilidad y todo lo que hayas puesto como importante. No es tan simple como “el más barato gana”.

Así que sí, planificar una licitación pública es un curro impresionante. Requiere organización, algo de paciencia y, sobre todo, transparencia para evitar problemas y asegurarse que el dinero público se use bien. Si eres una empresa y quieres entrar en este mundillo, más vale que te prepares bien, porque aquí no hay espacio para improvisaciones.

Marta Jiménez

Marta Jiménez

Experta en contratación pública • Transformación digital de licitaciones • Formadora y autora en Tendios

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