Habla con un experto en contratación pública

¿Cómo se justifica la elección del procedimiento de contratación?

Conceptos Básicos

Vale, vamos a darle un giro más humano y menos “manual de instrucciones”, porque, seamos sinceros, nadie habla así en la vida real. Aquí va mi versión:

Elegir cómo se va a contratar algo en el sector público no es precisamente tirar un dado y ya está. Hay que justificarlo bien, y no sólo por gusto, sino porque todo el rollo de la transparencia, la competencia y la igualdad está en juego—y créeme, a los de arriba les encanta revisar eso. Cada tipo de procedimiento tiene su propio rollo y sirve para situaciones distintas, según lo que diga la ley (que, por cierto, cambia más que el clima).

¿En qué te fijas para elegir el procedimiento? Pues en un montón de cosas: cuánto cuesta el contrato, si es súper complejo o un trámite sencillo, si hace falta negociar detalles o no, y mil factores más. Hay que pensarlo bien, porque si no, te pueden pillar los dedos.

Si el contrato es de esos que cuestan un dineral, normalmente se va por el procedimiento abierto o restringido. O sea, el abierto es como una fiesta a la que puede entrar cualquiera a presentar su oferta. El restringido es más selecto: primero miran quién quiere participar y después sólo dejan pasar a los elegidos. Nada de colarse.

Ahora, si la cosa es más de sentarse a negociar (en plan, “oye, que esto hay que hablarlo porque no lo tengo claro”), entonces toca el procedimiento negociado. Pero ojo, que no es barra libre: la ley dice cuándo puedes usarlo y cuándo no, porque si no, se puede montar un lío de favoritismos y poca competencia.

¿Contratos chiquitos o de poca pasta? Ahí se tira del procedimiento simplificado o menor. Es rápido, fácil, pero hay que andarse con ojo: si abusas, te pueden acusar de saltarte las normas.

Y, por supuesto, todo este rollo de por qué elegiste tal o cual procedimiento hay que dejarlo por escrito y guardarlo bien. Que luego vienen las auditorías o revisiones y más te vale tenerlo todo a mano para demostrar que hiciste las cosas como Dios manda.

En resumen: no se trata sólo de cumplir la ley porque sí, sino de buscar el mejor trato en calidad y precio, y que todas las empresas tengan la misma oportunidad. Si eliges bien (y puedes explicar por qué lo hiciste), te ahorras un montón de dolores de cabeza y la licitación va mucho más fluida.

Marta Jiménez

Marta Jiménez

Experta en contratación pública • Transformación digital de licitaciones • Formadora y autora en Tendios

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