¿Cómo se garantiza la igualdad de trato en licitaciones?
Mira, el rollo de la igualdad de trato en licitaciones públicas es algo así como la base del juego limpio, ¿sabes? Sin esa regla, todo sería un desmadre lleno de favoritismos y chanchullos. No importa si eres una mega empresa o el pequeño negocio de la esquina: todos deberían tener chance de competir por un contrato sin que les vean raro por su tamaño, de dónde vienen o cualquier cosa por el estilo. Básicamente, aquí se trata de cero discriminación, transparencia real (no esa que sólo es de palabra) y que el proceso sea justo para todos.
¿Y cómo se supone que logran esto? Pues, primero, la ley manda. En buena parte del mundo, este principio está en letras grandes y negritas en las leyes de contratación pública. Por ejemplo, en Europa lo llevan tan en serio que hasta lo pusieron en sus Directivas de la Unión Europea. En Estados Unidos, la Ley Federal de Adquisiciones dice lo mismo pero con acento gringo.
Pero las leyes no lo son todo. También están las mañas y los procedimientos para que nadie se salga con la suya. Para empezar, los criterios para decidir quién se lleva el contrato tienen que estar clarísimos y no pueden ser una trampa disfrazada para beneficiar al “amigo de”. Todo tiene que ser por méritos, nada de favoritismos, y los criterios deben publicarse desde el inicio. Si no, ¿qué sentido tiene competir?
Luego, el asunto no termina ahí. Cuando ya están evaluando las ofertas, el proceso tiene que ser justo de verdad. Nada de compadrazgos ni decisiones en lo oscurito. Suelen armar comités independientes para revisar todo, y estas personas no deben tener ningún tipo de relación con los que están concursando. O sea, si tu primo está en el comité, mejor ni participes.
Y, obvio, todo tiene que ser abierto. Las ofertas deben estar a la vista de todos los que compiten, y cuando alguien gana, tienen que explicar por qué. Nada de “ganó porque sí”. Si no, la desconfianza se va a las nubes.
Ah, y si sientes que te hicieron trampa o te dejaron fuera de la jugada injustamente, puedes pedir que revisen el proceso o incluso meter una queja formal. No te tienes que quedar callado viendo cómo se reparten el pastel.
En pocas palabras, la igualdad de trato en licitaciones no es solo una frase bonita para poner en folletos. Es un combo entre lo que dice la ley y lo que pasa en la práctica para que nadie salga perjudicado por cosas que no tienen nada que ver con sus capacidades. Claro, ojo: igualdad no es tratar a todos exactamente igual, como si fueran robots. Es darles a todos una oportunidad justa, tomando en cuenta las circunstancias reales de cada quien. Porque, bueno, la vida real no es tan cuadrada como los manuales.