¿Cómo se factura en una licitación pública?
Facturar en una licitación pública… vaya, no es algo que se aprende en un día ni que puedas improvisar sobre la marcha. Y, claro, depende bastante del país y sus reglas, pero el rollo básico casi siempre se parece: tienes que empaparte del contrato, saber exactamente cuánto cuesta todo (sin hacerte bolas), y seguir al pie de la letra las reglas de facturación del gobierno, que suelen ser más estrictas que el profe de matemáticas.
Primero, ni lo dudes: tienes que leerte el contrato como si fuera el último libro en la Tierra. Ahí te dicen cuándo, cómo y por qué demonios debes mandar la factura. No es de “te lo mando cuando pueda”, sino que hay fechas y formatos bien claros. Y, sí, cada vez que mandas una factura, tiene que venir con toda la info: qué vendiste, cuánto, cuánto cuesta cada cosa, el total… el menú completo.
Y ojo, aquí no hay espacio para inventar precios. Lo que pusiste en el contrato, eso es. Ni más ni menos. Si te equivocaste al calcular, pues mala suerte, porque cambiarlo después es misión imposible. Por eso, hay que revisar bien todos los números antes de mandar cualquier cosa, que luego vienen los dramas.
Otra cosa: el tema de la factura electrónica. No es opcional en la mayoría de los países ya, es lo que hay. Necesitas un sistema que esté aprobado por el gobierno y que saque las facturas con todos los datos obligatorios: tu RFC, la fecha, el detalle de lo que vendiste, el total y, si aplica, el IVA. Si se te olvida algo, prepárate para que te la rechacen y tengas que empezar de nuevo. Un dolor de cabeza, créeme.
Guarda todo. Pero todo, ¿eh? Las facturas, los acuses, las entregas, hasta los mails de confirmación. Nunca sabes cuándo te van a pedir pruebas de que entregaste lo que prometiste. Mejor tenerlo y no necesitarlo, que lo contrario.
En resumen: facturar en una licitación pública es una mezcla de ser meticuloso, no confiarte jamás y seguir las reglas al pie de la letra. Si no quieres problemas, hazlo bien desde el principio. Y bueno, si quieres seguir jugando en el mundo de las licitaciones, más vale que te acostumbres a este nivel de detalle, porque aquí no perdonan ni un centavo mal facturado.